Psalm 84:8-9 (NLT): O Lord God of Heaven’s Armies, hear my prayer. Listen, O God of Jacob. O God, look with favor upon the king, our shield! Show favor to the one you have anointed.
Oh Lord of Heavenly Armies you lead your loved ones into the wilderness. The place where no man is meant to live. Through terror by night and scorching sun by day you sustain the weary soul. You refine the soul by causing it to contemplate life, it’s course and ultimately it’s object of worship. You batter the soul until its desire is You, oh Lord. You ruthlessly perfect the soul through desperate cries as it releases ‘self’ as the object of worship. You cause the soul to reorder priorities so to make You the Center, the Hub, the Peg that all else in eternity hangs upon.
The wilderness is necessary for every soul.
For the humble soul the wilderness will be recognized, and it will learn the ways of the Lord. The soul will know when the work is complete. There is an end to all perfection. For the divided soul, the stubborn, unbelieving, proud soul, they will perish. As there is an end to all perfection, there is no end to all foolishness.
EN ESPAÑOL:
EL DESIERTO
Salmo 84:8-9 (RVR1960): Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración; Escucha, oh Dios de Jacob. Selah Mira, oh Dios, escudo nuestro, Y pon los ojos en el rostro de tu ungido.
Oh Señor de los Todopoderosos Celestiales, tú llevas a tus amados al desierto. El lugar donde ningún hombre está destinado a vivir. A través del terror de la noche y el sol abrasador del día, sostienes el alma cansada. Refinas el alma haciéndola contemplar la vida, su curso y, en última instancia, su objeto de adoración. Golpeas al alma hasta que su deseo eres Tú, oh Señor. Perfeccionas despiadadamente el alma a través de gritos desesperados mientras libera al "yo" como objeto de adoración. Haces que el alma reordene las prioridades para convertirte en el Centro, el Eje, la Clavija de la que pende todo lo demás en la eternidad.
El desierto es necesario para cada alma.
Para el alma humilde el desierto será reconocido, y aprenderá los caminos del Señor. El alma sabrá cuando la obra esté completa. Hay un fin para toda perfección. Para el alma dividida, el alma obstinada, incrédula y orgullosa, perecerán. Así como hay un fin para toda perfección, no hay fin para la necedad.