“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús…” Filipenses 2:5 RVR1960
A través de las escrituras, Jesucristo revela su carácter. Cuando meditamos cada palabra pronunciada por Jesús, podemos ver que su Carácter esta en completo equilibrio entre justicia, pureza y misericordia. También podemos observar que en el carácter y la mentalidad de Jesús no había lugar para divisiones, confusiones o contradicciones. Claramente, Jesús se muestra a sí mismo como un hombre que no tiene doble mente, lo que significa que nunca dijo algo e hizo otra cosa diferente. Sin lugar a dudas, podemos aprender en la Biblia que Jesús es el hijo de Dios, el único hombre que poseía todos los atributos del Padre mientras vivía en la tierra.
La buena noticia es que Dios, en 1 Corintios 2: 10-13, nos promete que también podemos tener los pensamientos de Dios. Cuando nacemos de nuevo y comenzamos a caminar con Jesús, Dios nos da el Espíritu Santo, que a su vez nos da la capacidad y la fuerza para tener los mismos pensamientos de Jesucristo. Pensamientos que son consistentes con el carácter de Dios: mente única, sin divisiones, sin confusión, sin contradicción. Por lo tanto, si caminas en Cristo Jesús tu personalidad reflejará la belleza y la santidad de Dios.
Para que esto ocurra tendremos que poner en práctica fe y obras. Fe, para creer que Dios tiene el poder de renovar nuestro pensamiento. Y las obras son para convertirse en la nueva persona que Cristo tiene en mente. Por lo general, este cambio no se produce rápidamente. Es un proceso en el cual el Espíritu Santo nos muestra cómo alimentar nuestra mente y como proteger nuestros pensamientos. Simplemente ore mucho y aplique Filipenses 4: 6-9 en su vida diaria:
“No se preocupe por nada, pero en cada situación, con oración y petición, con acción de gracias, presente sus peticiones a Dios. Y la paz de Dios, que trasciende todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos y hermanas, lo que sea verdadero, lo que sea noble, lo que sea correcto, lo que sea puro, lo que sea encantador, lo admirable, si algo es excelente o digno de elogio, piensen en tales cosas. Todo lo que haya aprendido o recibido o escuchado de mí o visto en mí, póngalo en práctica. Y el Dios de la paz estará contigo.”